martes, 10 de agosto de 2010

Se merece más de un párrafo aparte



David Nalbandian volvió. Pero regresó de verdad, sin molestias, y con toda la calidad que lo caracteriza. Es lindo cuando uno se siente identificado y representado por alguien que tan satisfactoriamente lo hace. Desde su primera aparición fuerte, en aquella semi de Wimbledon en 2002, su anterior primer título obtenido en el clay de Estoril y siguiente obtención en la carpeta de Basilea, Nalbandian ilusionaba a propios y extraños con un futuro como por el que hoy en día atraviesa. Digamos que fue una promesa cumplida y que superó ampliamente las expectativas de los amantes del tenis, sus exitosos números lo avalan. 
Un sin fin de proezas dentro de la cancha y también fuera, signaron el camino de este crack durante los posteriores años, en los que así como ganó el torneo de maestros en 2005, en el que derrotó en una épica final a Roger Federer, inició fundaciones de solidaridad para los más necesitados. Quizás su punto débil es un poco la prensa, sector con el que alguna vez tuvo algún que otro entredicho, pero vamos, ¿Qué deportista no ha tenido un encontronazo con los periodistas? A lo que quiero llegar con esto, es que su radiografía de vida tenística y andar por el circuito, refleja y explica porqué después de haber estado casi un año sin jugar de manera constante, el domingo pasado levantó el trofeo del ATP 500 de Washington. Líder y crack se nace. Factores que integran la personalidad de un Nalbandian que juega al tenis como vive, tranquilo, pensante, certero y seguro. David es conciente de sus cualidades, sabe qué es lo correcto y tiene lo que hay que tener para arriesgar un winner estando match point abajo y para tomar duras, pero necesarias decisiones. El final de la temporada 2008 había tenido como protagonista, un fuerte dolor en la columna que no le permitía jugar con normalidad.
Luego de innumerables chequeos, la triste noticia envolvió aquel presente del cordobés, tenía que operarse. Sin dejar de lado la entendible y justificada tristeza que la mala nueva presentaba, digamos que Nalbandian, encaró la operación como el profesional que es. Para la mente de un deportista, todo desafío es desafiante, valga la redundancia. Para un competidor como David, la complejidad de la intervención no era más que un objeto de motivación. Se operó a principios de 2009, estuvo ausente toda la temporada. Mientras, desarrollaba millares de trabajos de recuperación en Unquillo, sus pagos, y a veces en Buenos Aires. Llegó diciembre de ese año, y la sorpresa se hizo pública, estaba anotado para jugar la Copa Argentina Peugeot en la capital. Lo importante era probarse.
La temporada 2010 la comenzó en febrero, en el ATP de Buenos Aires. Sitio en el que se originó la lesión que lo tendría a mal traer hasta semanas atrás. El desgarro en el isquiotibial  de su pierna izquierda. Tras derrotar en un durísimo encuentro al español Gimeno Traver, en una pierna, parecía que el uniquillense abandonaría la competencia, pero se animó a jugar tercera ronda ante el italiano Potito Starace, al que también venció pero ya con sendas muestras de dolor. No pudo jugar cuartos.
Pese a que logró recuperarse para el Masters de Miami, en donde cayó en tercera ante Nadal, se resintió de su desgarro en Montecarlo, Masters Series que le sigue al de Miami. En cuartos, ante Djokovic, sus gestos dolían hasta a quien lo veía sufrir. Había que volver a parar. David tomó como profesional que es, las indicaciones de sus médicos y cuerpo técnico. Soltó la raqueta durante casi cuatro meses y tuvo que regresar  al gimnasio, a los ejercicios aeróbicos, y demás odiseas. Pero hubo un acuerdo pactado entre sus entreneadores y él, y ese pacto hablaba de que estuviera en la circunstancia que fuera, jugaría la Copa Davis…y tanto se lo agradecemos.
En fin, con esto quería hacer mención un poco a que la vida del deportista no es fácil como gran parte así lo idealiza. Parece mentira, pero estar arriba de un avión entre 2 y 3 veces por semana no es algo sano. Vivir del tenis y no poder jugarlo es desgastante para la cabeza y el físico, sólo los dotados, los cracks pueden salir adelante. Esa copa que David sostiene en sus manos, ese in disimulable rostro de satisfacción, resultado del retroceso mental que en ese mismo momento su cabeza esta desarrollando, es la consecuencia de trabajar, sacrificarse, esforzarse, cuidarse...a los 28 años y con más de 10 palos en el bolsillo, eso es amar el tenis.
Tan simple como eso.

2 comentarios:

  1. Se vuelve a encender la ilusión para la davis..

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  2. Totalmente.. y si sigue con este nivel, cuando vuelva delpo vamos a anda muy muy bien

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