jueves, 31 de marzo de 2011

Mardy Fish, el pez flaco del circuito

Todavía hay gente que se pregunta cómo hizo Mardy Fish para instalarse en las semis del segundo Masters de la temporada...
Como prácticamente todo en esta vida, el caso Fish tiene explicación, y vaya justificación.

¿Cuántos tenistas, próximos a cumplir 30 años, hicieron, harían o harán lo que Fish?
El actual 15 del mundo, que se convertirá en top ten a partir del lunes, siempre fue un animador del circuito. Pese a ubicarse generalmente entre las terceras y cuartas rondas de los torneos de la serie Grand Slam y Masters 1000 (supo llegar a cuartos del Us Open en 2007 y de Australia en 2008), su metro 88 y fulminante servicio, formaron siempre parte de la descripción que sus rivales nombraban, omitiendo el deseo de evitarlo.


En una estelar entrevista que la gente amiga de la Revista Grip logró realizarle meses atrás y que forma parte del número 205 correspondiente al mes de marzo 2011, el estadounidense vaticinó a modo de anticipo, el andar actual por el que transita, gracias a un trabajo especial y terriblemente sacrificado que tuvo que desarrollar. La odisea de bajar de peso. Mardy siempre fue un hombre de genética corpulenta y hasta hace poco tiempo atrás, no lo tomaba en cuenta e incluso aceptaba desenvolverse en el circuito con sus ahora ex 14 kilitos de más, ni 2 ni 3 ni 5...14! Fueron entre tres y cuatro meses de revolución absoluta en la vida de Fish. Y sin dudas lo chistoso, gracias a lo poco convencional que resultó, fue cuando aseguró que el método utilizado para reducir su peso fue entrenar muy duro y cerrarle la boca a ciertos tipos de "alimentos", nada de soluciones "rápidas". El eje de la historia pasa por el punto de inflexión madurado en el momento justo. Mardy entendió que los resultados tenísticos cambiarían de tomar el desafío, confió en eso y hoy su trabajo le está dando los resultados que la ilusión en su momento manejaba.


Quien lo observó meses atrás y ahora en Miami, puede dar a cuenta de lo armónica que quedó su figura, de lo rápido, ágil y fuerte de su nuevo juego, y de la desmedida confianza que eso le provoca. Sin embargo, reconoce que todavía no se siente identificado con su cuerpo, y esto en relación a que el cámbio físico lo condujo a modificar su juego. Encontrarse será cuestión de tiempo.
Resulta admirable, genera alegría, cuando desde afuera vemos a una persona que pese a contar con tantos privilegios, como en este caso, decide ser alguien más, apuesta por si mismo, le avisa al tenis que peleará por la gloria, su gloria.  Fish no tiene 20 años, tiene 29, a eso me refiero cuando lo galardono. 
Por lo pronto, el orgullo de Edina, Minnesota, jugará frente al número uno virtual del momento, Novak Djokovic, en busca de llegar a la final del Masters de Miami. Fish nunca pudo ganarle, perdió en las cinco oportunidades que lo enfrentó. Que quede claro, pase lo que pase, ya ganó.

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